13.6.06

taxi driver

los taxis resultan convenientes, especialmente si detestas conducir, igual que yo. tuve que conducir en mi país de origen, por necesidad, ya que este no tiene un sistema de transportación pública eficiente. existen menganos y menganas que me llevarían la contraria, pero que saben ellos. mi sistema de transportación pública favorito es el de la ciudad que nunca duerme, que te lleva a todas partes, 24 horas al día. el de la ciudad del viento no está tan mal, pero hay que tomar el autobús siempre, y eso no me gusta tanto.

pero esta entrada es sobre los taxis. cuando se está en un área nueva, saliendo de una barra a las 4 de la mañana con un jevo que conociste hace un par de horas, o simplemente cuando se quiere hacer una entrada que impacte (porque bajarte del bus no impacta a nadie) se recurre al taxi. o en mi caso, te encuentras en otro estado del midwest para presentar tu investigación (o todos tus atentos fallidos de obtener data) con anticipación de 48 horas. no me pude preparar bien, así que tome un taxi a mi destino.

los taxistas, a nivel de la gran nación estadounidense (y eso es sarcasmo), comparten una serie de características, aunque no comparten una nacionalidad común. existen muchos tipos de taxistas, y la gama de personalidades que los taxistas adoptan se puede correlacionar con el número de pasajeros que llevan. si vas solo, la mayoría de los conductores te quieren hablar, no porque tengan algo que decirte, sino porque se sienten en la obligación. si vas en grupo, usualmente llevan la oreja pará’ para informarse de los últimos detalles de tu vida sexual. y si son tantos que alguien tiene que ir al frente, usualmente le montan conversación al pobre mentecato que tuvo que asumir esa posición. la plática siempre es la misma: de dónde eres, a dónde vas, que vas a hacer ahí.

resulta interesante cómo siempre que un grupo va en un taxi, estos se liberan de sus inhibiciones y hablan de lo que sea, especialmente de sexo. he tenido conversaciones sobre la logística del sexo anal, los water sports, cuál es el atractivo del fisting, y tomar viagra antes de “conestarse con un macho” (pregúntele a diego si no entienden esta expresión). y el chofer nunca dice nada, pero va con una sonrisa de cuajo a cuajo, como quién dice “estos maricones están al garete”.

el problema es cuando quieren hablar. no soy una persona que hable con extraños, al menos que me quiera acostar con ellos. y aún en estas instancias, la plática es bien limitada, usualmente a frases como sí, tienes condones, dónde vives, cuándo nos vamos. los pocos amigos que tengo son conocidos de otros amigos (diego) o persistieron hasta que les hablé (ría, sloan, rafo, zácaro). me desquicia cuando la gente me quiere hablar, básicamente porque no me interesa hablar con ellos. si me interesara, habría iniciado la charla. pero el taxista de hoy quería hablar, y especialmente de cosas que no se, como apostar a caballos, hip-hop y ropa von dutch. tengo que aceptar que fue mi culpa. tenía dos opciones en mi hotel: un hindú al que no le entendía ni papa o esta chico. late twenties, tatuajes en lo brazos, aro en la nariz, gorra von dutch, mahones diesel, barba, cigarrillo en mano, rubio de ojos azules con el pelo un poco largo. CRISTOBAL’S CHOICE. vaya papi, soy tuyo cuando quieras. así que me fui con el, basado en su atractivo (que todavía me atormenta) y creyendo que lo entendería mejor, pensando que era americano. pero no lo era; es ruso. llegó a eua con una ciudadanía tipo bombó cubano, pero en equivalente ruso. me dijo que lo primero que hizo aquí fue ir a una barra y acostarse con una “blonde babe”, esto dicho en el acento ruso más indescifrable que he escuchado. luego me habló de que ha multiplicado su dinero apostándole a los caballos, lo cuál explicaba su indumentaria de diseñador. me dijo que los tatuajes se los hizo en rusia.

y yo solo quería que me diera “astabajo”.

ese cabrón, que mucha mierda habló. estaba tan distraído que se perdió en el aeropuerto. y yo solo quería, como dije anteriormente (y recalco) que me diera “astabajo”. por fin llegamos, y se bajó a ayudarme con mis paquetes, que por primera vez en mi vida no son muchos. que nalgotas. ese hombre era mandado a pedir.

solo había un pequeño problema: vino con cuerdas vocales. a esos hombres los deberían hacer mudos, o limitar su vocabulario a dirty talk. no me quiso aceptar la propina, diciendo que lo escuché y eso era lo que el quería. quise preguntarle que me podía dar con la propina, pero la decencia me detuvo. y me despedí de el, diciéndole gracias es ruso. aprendí esa palabra en sex and the city. lo dejé con una sonrisota, de cuajo a cuajo.

los hombre rusos (mudos o sólo capaces de dirty talk) me encantan.

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