23.6.06

let’s get physical



este año ha sido uno de entrenamiento básico en ser gay. es la primera vez en mi vida que soy libre del todo, de hacer lo que me de la gana cuando me de la gana. y eso me encanta.

recientemente, añadí un nuevo componente a mi rutina de hombre homosexual: ir al gimnasio. cualquiera que me conoce sabe que eso es un gran acontecimiento, porque yo detesto ejercitarme. pero la verdad es que me siento obeso después de llevar la rutina de follar y comer que llevo con mi mengano. además, finalmente tengo el tiempo para ir al gimnasio, así que porque no. claro está, antes de ir corrí a las tiendas para comprarme nuevas zapatillas deportivas e indumentaria; no me gusta la idea de hacer algo con ropa fea.

he descubierto muchas cosas desde que empezé a ir al gimnasio. los hombres, supongo heterosexuales porque son la mayoría, no tienen ningún pudor: se desnudan frente a cualquier hombre. creo que esto parte de la premisa que “todos aquí somos hombres”, pero disculpen, también hay maricones. ¿no les preocupa que los liguen, que los miren con lujuria? a mí me da igual, puesto que puedo mirar, con cautela por supuesto, todo lo que quiera. es, como me dijo mi mengano, un “free show” cada vez que voy. y eso me gusta.

sin embargo, en muchas ocasiones se ven cosas que uno no quiere. los otros días me topé con un hombre, pasado sus sesenta años, desnudo. ¡YO NO QUERIA VER ESO! a ese hombre, todo le colgaba, menos lo que le tenía que colgar. parece que hay una edad en la que tu cuerpo, que aunque tal vez un poco obeso está recogido, delimitado, se derrama. no existen límites para tus carnes, y pareces una vela que se está derritiendo. me parece también que en ese momento, como si no fuera suficiente, tu pene se encoge y esconde, como para compensar por el derrame de otras áreas. nunca me he considerado muy atractivo físicamente, pero después de ese horroroso escenario, creo que estoy más bueno que nunca.

la sorpresa de esta situación me la lleve ayer, cuando descubrí a un hombre (que no estaba nada mal, de hecho estaba buenísimo) mirándome mientra me duchaba y sonriendo. cuánto hubiera dado por llevarmelo enredao’, pero tengo novio y no se puede. rayos. me siguió con lo ojos hasta que me fui. tal vez ese es el atractivo del gimnasio, para hombres heterosexuales y homosexuales: tener un foro para exhibirte y saber que estás siendo deseado en secreto, o tal vez muy obviamente.

cuando me fui del gimnasio, el tipo se me acercó y me dió su número. le gustó lo que vió. me despedí de el y a la cuadra boté el papel con el número. no quiero ser tentado.

al final, sólo somos hombres, nada más.

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