24.10.06

todos los nombres, una novela que sólo tiene un nombre



todos los nombres es una historia basada en una premisa sencilla: la búsqueda. don josé, nuestro protagonista, se obsesiona con encontrar a una mujer desconocida luego de encontrar su ficha en el archivo general, una especie de oficina que guarda en ella los nombres de todos los vivos y muertos de un pueblo cualquiera. don josé deja de ser quien es para encontrarla, más sin embargo no sabe que va a hacer cuando la encuentre. asalta una escuela, entrevista gente con una credencial falsa, e irrumpe durante las noches en el archivo general. la búsqueda de don josé sufre un inesperado avance: la mujer desconocida se suicida antes de que el pudiera encontrarla. el protagonista acude al cementerio a ver lo que ella era en esos momentos, lo único que quedaba: su tumba. el pobre hombre conoce, en los instantes de encontrar la tumba, a un pastor que gusta de cambiar las lápidas de sitio. su teoría: los suicidas no quieren ser encontrados. don josé nunca vio ni conoció a la mujer desconocida, y nunca pudo entender, al igual que los otros, que fue lo que le pasó a esta mujer que la arrojó al suicidio.

todos los nombres es una novela que muchos de mis conocidos han comenzado a leer, pero que nunca terminan por aburrida o por demasiado detalle. los entiendo. comencé a leer esta obra de saramago hace más de tres años, y la dejé de leer por razones muy parecidas. la retomé hace dos semanas, y no me ha dejado tranquilo. se me ha pegado a la piel, no me deja dormir, y cuando lo hago, sueño con fichas y mujeres sin rostro, en hombres cincuentones que escalan paredes de escuelas en la madrugada debajo de la lluvia.

esta novela es más que una simple historia. saramago nos a dejado una obra que habla claro, clarísimo, de la condición humana. constantemente estamos en la búsqueda sin entender por qué, o para qué, y siempre llegamos tarde. nunca entendemos nadie, y como si fuera poco, no tenemos conciencia de la gente a nuestro alrededor, no miramos a las mujeres desconocidas.

al terminar el libro me sentí vacío, y pensé que como don josé, no había encontrado gran cosa en mi búsqueda. al cabo de una hora empecé a llorar. me tomó tiempo el sentirme conmovido, el que me agobiara la tristeza de don josé, una tristeza concreta, y la de la mujer desconocida, una tristeza que tal vez ni saramago conoce. y me sentí increíblemente sólo, perdido en un planeta donde nadie sabría nada de mi. alguien que pasea por las calles, sin ser visto y sin ver a nadie. un fantasma que tal vez alguien busque, pero igual que la mujer desconocida, jamás lo sabré.

el libro también me habló mucho de lo tenebroso que es el misterio del otro. no sabes nada de nadie, y cuando por fin sabes algo es tan oscuro, tan complicado, que no puedes hacer otra cosa que darte por vencido y decir no se. o no quiero saber, que es peor todavía. algunos siguen buscando, entre pasillos oscuros llenos de papeles, como don josé. y espero que al igual que nuestro célebre escribiente cincuentón y derrotado, se den cuenta que la búsqueda nunca termina, y morir antes de encontrar no significa una derrota. al igual que don josé, siempre podemos inventarnos una historia, solos o con alguien. si te dejan, si te dan tiempo.

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1 Comments:

At 4:27 a. m., Blogger Herel said...

Al menos Don José tenía un nombre, el objetivo de su búsqueda. Es más desolador buscar sin saber qué. Es como intentar buscar en google algo sin nombre.

 

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