8.11.07

otro otoño más

las hojas rojas llegaron un poco más tarde este año. llegué a pensar que esta vez nos saltaríamos estas semanas de confusión, y peor aún, me convencí de que sería verano por siempre. pero el otoño llegó de un día para otro, como el visitante que toca la puerta de tu casa una tarde de sábado, cuando te haz entregado a los placeres domésticos de la soledad porque no esperabas visita. el otoño se me ha quedado con todo, y no estaba listo para sentirme de esta forma otra vez, tan olvidada desde la última vez que pasó por aquí.

odio el otoño, adoro el otoño. las últimas semanas del verano deseaba que fuera otoño, porque siempre se me olvida que me siento como mierda en esta estación. nada funciona. no puedo pensar. no puedo actuar. me embargan tristezas sin explicación que probablemente no son mías; me penetran la piel por osmosis. demasiadas cosas, y a la vez nada, pasan a la misma vez. me encuentro triste, como en todos los otoños, porque mi vida está tan lejos de ser lo que quiero que sea. y vale, mi vida se aleja del ideal en las cuatro estaciones, pero serán los colores en los árboles, o el frío repentino de la brisa que entra por la ventana que se me olvidó cerrar, o las pocas horas de luz que tengo a diario, que hacen que me vida me duela y me pese más de lo usual. todo es tan difícil. nada puede ser de la forma que yo quiero, repentinamente soy víctima de deseos foráneos. trato de calmarme y de recordarme que son muchas cosas, que la pesquisa no produce resultados, que el reloj biológico se me arruina, que me hace falta la luz, pero no puedo evitar llorar en la ducha, amargamente, con un dolor que siempre digo no conocer, más que sin duda siempre está dentro de mi y lo conozco como yo mismo. el dolor soy yo mismo.

el otoño es la estación del año dónde siempre maquino grandes planes de escape, de irme sin mirar atrás. los escribo en una libreta azul y los numero de acuerdo al sistema romano. esta temporada se me antoja ser maestro de inglés para inmigrantes, será porque una de mis conocidas es maestra de inglés en un centro comunitario y su vida se me hace fascinante. si lo dejo todo y soy maestro me aburro de seguro y entonces me tengo que ir al segundo plan, ser un au pair en españa, en dónde probablemente no les llaman au pairs porque el término es en francés. el niño tiene que tener carácter taciturno y con una ligera disposición a la tristeza. igual que yo en el otoño, igual que yo siempre.

lo de au pair no creo que me canse, pero quién sabe.

me pregunto porque el otoño, no queriendo decir que el verano o el invierno son más apropiados. no entiendo porque estas diez semanas me sacan esto de adentro y no otras diez. si estoy desesperado, si no estoy satisfecho, porque no rompo con todo, independiente de la estación. si me quiero ir, si en verdad tengo la fuerza para ello, me podría ir sin nada cualquier día. sería el día que desaparecí sin más.

desaparecer es uno de los motivos recurrentes del otoño. pero cuando me voy siempre estoy pensando en lo que probablemente me estoy perdiendo, me desvelo queriendo saber si soy extrañado, y termino regresando. regreso antes de irme, así que nunca me fui en verdad. nunca me fui y me molesta mucho, porque me convierto en una de esas personas que detesto que siempre sienten lástima por ellos mismos y se creen víctimas.

pero si por víctima y por tenerme lástima me odiara, entonces me odiaría y la cosa sería distinta. pero no me odio, aunque si me tengo lástima.

anoche fue la primera lluvia, la que se llevó las pocas hojas que estaban en los árboles todavía. ahora todo está en el suelo, conmigo. me acosté y me quedé mirando por la ventana dos horas como todo parecía muerto, inmóvil. al rato lloré un poco y me quedé dormido. debería considerar ser llorona como plan de escape. ese lleva el número XIV.

son estos los días en que no se que hacer conmigo toda el día, toda la noche. me susurro por debajo de mi aliento palabras dulces para adormecerme pero termino escandalizándome, y me quedo sin paz. debajo de estas olas se siente una tranquilidad exquisita, como el que se ahoga en un marea alta y antes de morir se percata del infinito silencio del líquido que le quita la vida. recobro la compostura y el ciclo comienza otra vez.

estoy triste porque es la única manera que encuentro de ser feliz.

2.11.07

early twenties, en una línea
"dejaba el cigarrillo entre los labios, sabiendo que terminaría por quemárselos y que tendría que arrancarlo y aplastarlo como lo había hecho con esos años en que había perdido todas las razones para llenar el presente con algo más que cigarrillos, la chequera cómoda y el auto servicial."
-julio cotázar, "fin de etapa"


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