8.8.08

cuando la gente parece de embuste




un día me levanté y la gente era de embuste. la piel se les convirtió en plástico brillante liso, el pelo se les queda en el mismo lugar todo el tiempo, y todos tienen una sonrisa hasta para darme malas noticias.

cuando la gente es de embuste los puedes picar con un alfiler y no les duele. sólo sale gas que huele a talatos, y cuando les miras la cara todavía están sonriendo. esta es la prueba de que alguien que solía ser de verdad ya no lo es, y últimamente son más las personas que pico con un alfiler y que sonríen oliendo a carcinógeno volátil. me he quedado sin alfileres.

la persona de embuste que me está enseñando a hacer unos experimentos es la más paradójica de todas, porque tiene la piel de embuste, pero no brilla. hasta la gente de embuste tienen problemas de piel seca. la susodicha habla a una razón de cinco palabras por segundo, y a todo le responde con la cita de un artículo científico. ella me tacha de imbécil porque no se cosas que ella sabe, aunque en varias ocasiones le he recordado que si no se algo que ella sabe es porque probablemente, en primer lugar, no me interesaba saber. entonces la mujer de embuste plástica se me quedo mirando, y después de un silencio largo me preguntó que por que me estaba doctorando. le cambié el tema preguntándole que hizo este fin de semana, a lo cuál rápidamente contestó con un resumen de un artículo científico en cuarenta minutos. si hubiera querido saber, me lo leía yo sólo, y probablemente me habría tomado menos tiempo. terminó la letanía con un chiste que no era gracioso, y cuando no reí, ella se dio cuenta que todavía soy de verdad. esta es la prueba de que alguien es de verdad: no se ríen de cosas que carecen de humor. no lo duden: de la misma forma que los de verdad quieren saber quién es de embuste, los de embuste quieren saber quién es de verdad. la gente de embuste son como los cristianos, siempre quieren convertir a alguien.

ronda por ahí otro hombre de embuste con el que casualmente, pero sólo casualmente, tengo conversaciones. este hombre de embuste solía ser de verdad, más de verdad que yo, si me preguntan. pero algo pasó, lentamente, y ahora sólo puede ver las cosas desde su punto de vista. se reclina en un sillón, se retoza con unos cuadrúpedos como en orgía, y siempre me quiere cosquillear los pies. todos los días hace lo mismo y eso le llena de un sentido de satisfacción que sinceramente me repugna. el solía decir cosas que me retumbaban en el cráneo, ahora se limita a chistes gastados sin ningún encanto.

uno de los cuadrúpedos con los que se retoza también es de embuste. esto es un concepto nuevo, un animal de embuste. funciona como guardián del hombre anterior y oso de peluche para algunas personas. el can de embuste siempre se posiciona en el lugar que yo debo ocupar, y cuando trato de moverlo me muerde o ladra. los perros que ladran también muerden, no se equivoquen.

la gente de embuste siempre dicen o hacen algo que hace que la gente de verdad flipe, y siempre lo hacen con una sonrisa en la cara. eso es lo peor, y me pregunto si se dan cuenta de la incongruencia de su carácter y su apariencia y si esta paradoja es parte de la diversión de ser de embuste. entre la piel de plástico, la sonrisa omnipresente y la certeza de que son especiales, la gente de embuste se está quedando con el mundo. se que eso sueno exagerado, porque sólo les di tres ejemplos. pero últimamente estos tres me rodean de una forma u otra, constantemente. y hay muchos otros que aunque tal vez de verdad en apariencia han comenzado a tener la sonrisa en la cara, y a felicitarse constantemente por su éxito que no es más que un falso sentido de satisfacción.

estoy seguro de que la gente de embuste tienen un microchip con los que pueden ser localizados vía satélite. tal vez hasta tienen barcodes entre los cabellos, para no ser vistos. y tal vez existen ediciones mejoradas, hechas para parecer gente de verdad en vez de embuste. lo que no falla es la sonrisa de barbie cuando te pisan con palabras hirientes o te hacen a un lado con la caricia que una madre tendría con uno de sus hijos.

espero nunca ser de embuste, pero tal vez ya lo soy y no me he percatado.


pintura de john currin.

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