27.8.07

la educación de un estoico

…y no soy de la realeza

una temporada larga y caliente marcada por la falta de eventualidades por la que se caracteriza la felicidad. un sentimiento de vacío que no te puedes explicar, unas ganas de llorar sabiendo que no tienes lágrimas. eso ha sido este verano.

los meses que han pasado fueron anticipados desde el invierno, y tardaron en llegar más de lo esperado. me recuerdo añorando al sol, a la diversión, a poder salir de mi casa sin tener al menos cinco libras de ropa. mi paciencia fue pagada en creces, cosa que me sorprende, porque yo nunca he sido del tipo paciente. hasta ahora.

toda esta posible algarabía ha sido contrastada por la idea que no entiendo que es esto. esto es mi vida, lo se, más siempre pensé que sería algo más. abro los ojos, así, mucho, para tratar de ver mejor algo que probablemente se me escapa en el fondo. pero no hay nada.

conduciendo el coche, con el calor del sol quemándome la piel, reconocí la fuente de mi estado. soy feliz, y creo que es la primera vez que lo soy, o por lo menos que estoy consciente de mi felicidad. y se me salieron las lágrimas en el medio de la autopista, porque ahora entiendo la razón por la que nunca había sido feliz hasta entonces-nunca antes me lo había permitido.

mi cuerpo todavía busca la forma de acostumbrarse a las noches frías sin nada de viento, a la soledad exquisita del que no está en desasosiego, a no escuchar más que el latido de mi corazón, no fuerte, pero estable. levantarme y sentir mis pies fríos, y estar consciente de la coreografía, ya automática, del acorde de mis músculos para salir de la cama.

pensar que aunque no tengo manuscritos, muy bien podrían quemarlos si quisieran. no es por la misma razón; es por saber que no quiero más, que estoy satisfecho. es convertirme en un asceta, pero optimista, si es que eso es posible.

“me he convertido, para mi mismo, en una realidad objetiva. pero al hacerlo no se si me encontré o perdí a mi mismo.”

mis libros de pessoa están empolvados.

Etiquetas: