29.3.06

ciudadanos de economía

16 de marzo de 2006, en el aire, algún lugar e.u.a.

aunque vuelo frecuentemente, no me gusta mucho. es increíblemente incómodo estar en un espacio sellado, donde la gente respira, escupe, estornuda, peda y quién sabe que otras cosas; todo en el mismo aire. las sillas son incómodas, la comida me da asco (pero me la como porque siempre tengo hambre en los aviones), las azafatas son feas y no nos olvidemos del hecho de que un trozo de metal que pesa toneladas está desafiando las leyes de la gravedad...

nunca he tenido el dinero para viajar en primera clase. si lo tuviera, no malgastaría mi dinero en una silla más grande. si se pudiera decir que la compañía es más grata, o más estimulante intelectualmente (o sexualmente, vamos, que no soy tan estirado) lo consideraría seriamente. nunca me ha gustado gastar el dinero en cosas pasajeras de las que no aprenderé o tendré memorias reales. por tanto, nunca gasto mucho dinero en comida, hoteles o vuelos. suelo gastar mi dinero en ropa, calzado, música, libros, museos, el cine y la ocasional (o muy periódica) cita a la que me obligo a ir por darme mantenimiento sexual. muy superficial, pero que más da.

hoy estoy de nuevo en otro avión, el cuál parece estar lleno de estudiantes de la célebre institución académica a la cuål le he vendido mi alma con tal de que me torturen por cinco o seis años. la jovencita a mi lado es la típica estudiante de esta institución: pecosa con ella sola, de apaiencia "midwest", con un sentido del humor que raya en lo estúpido y con marcados delirios de grandeza. rica y tonta; no se puede pedir más.

como siempre, me estoy orinando. ¿alguna vez han pensado que necesitan uno de esos aditamentos para contener su orina? ¿o tal vez se han propuesto andar siempre con una chata? a mi me gustaría cualquiera de las dos opciones; mi vida sería mucho más fácil. claro que no sería tan atractivo...creo que tengo que pensar en esto un poco más...

la pecosa se va al baño, y yo aprovecho la oportunidad, tarde como siempre, de encargarme de mi necesidad biológica. sin embargo, la azafata más fea y tonta de la tripulación (que me recuerda a una colega de la facultad) ha imposibilitado mi paso al baño de atrás. así que desplazo mi vejiga llena un par de metros, hasta el baño del frente del avión. antes de entrar, una azafata (fea pero menos) se planta frente a la puerta, como muro de contención (y tenía las dimensiones para funcionar como tal estructura, azafata / muro de contención) y me pregunta:

-"is it an emergency?"

yo le contesto lo que siempre le digo a las personas que se molestan en dirigirme una pregunta tan estúpida:

-"with me, it is always an emergency."

me molesta mucho cuando los receptores de mis conversaciones no capatan lo especial de mi encanto sarcástico. el muro de contención me dijo que yo no podía usar ese baño, que yo no era cliente de primera clase. los de economía usamos las letrinas de la parte posterior de la nave. la dicotomía baño / letrina despertó mi curiosidad por ver el trono de los ciudadanos de primera clase. luego de sugerirle al muro que podía sacarme mi pene de quince pulgadas (el cuál tengo que doblar en tres piezas para cerrarme los pantalones-debería empezar a usar faldas largas) y orinar a sus clientes (es como una manguera), me dejó entrar a este trono. fue ahí que dejo de ser muro de contención y se convirtió en azafata, otra vez.

no hay tal cosa como una dicotomía baño / letrina: son iguales. me consta porque luego usé la letrina (no soy del tipo confrontacional) y era lo mismo. la diferencia es quién lo usa: el baño es para los ciudadanos de primera clase, la letrina para los de clase económica. por tanto, el baño se convirtió en letrina durante mi pequeña estancia: fungí como arquitecto mientras orinaba porque transformé un espacio. si alguien de primera tuviera que apaciguar sus retortijones en la letrina, también sería arquitecto.

el avión está por aterrizar, y aunque me estoy orinando otra vez, estoy contento. siempre quise ser arquitecto.

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